Damián Verzeñassi, titular de la cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la UNR y responsable académico de los Campamentos Sanitarios, adelantó las primeras conclusiones de la experiencia número 30 realizada este semana en San Antonio de Areco, que constituyó un “salto cuantitativo” para ese proceso por la cantidad de habitantes de esa ciudad.
El docente e investigador señaló que los resultados confirman “un perfil epidemiológico” con una tasa de cáncer superior a (en algunos casos duplica) la media nacional y asociado a una mayor exposición a agrotóxicos. Por todo eso y pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya cambió la clasificación de la peligrosidad del glifosato, Argentina no modificó sus prácticas y “las autoridades aún son cómplices de lo que ocurre, que es un ecocidio”, dijo Verzeñassi.
El docente e investigador señaló que los resultados confirman “un perfil epidemiológico” con una tasa de cáncer superior a (en algunos casos duplica) la media nacional y asociado a una mayor exposición a agrotóxicos. Por todo eso y pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya cambió la clasificación de la peligrosidad del glifosato, Argentina no modificó sus prácticas y “las autoridades aún son cómplices de lo que ocurre, que es un ecocidio”, dijo Verzeñassi.
El estudio crece, el perfil se repite
“En San Antonio de Areco se repitió lo que ya detectamos en la mayoría de los campamentos: el hipotiroidismo aparece como la segunda enfermedad. Es el 4 por ciento de la población que manifestó tener problemas de salud. Y sube a 6,8% de quienes toman medicamentos para la tiroides. Falta realizar el análisis estadístico más fino pero se repiten los perfiles epidemiológicos y no nos llama la atención”, aseguró Verzeñassi.
“La hipertensión arterial es la primera enfermedad. La segunda en el promedio de Argentina es la diabetes pero acá y en la mayoría de las localidades relevadas es el hipotiroidismo y tercero la diabetes”, añadió el docente de la UNR.
El trabajo en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires implicó “un salto” para la experiencia en muchos sentidos. En primer lugar cuantitativo: nunca habían trabajado sobre una localidad con más de 10 mil habitantes y San Antonio tiene 26 mil. En segundo lugar, porque afianza la problemática detectada sobre todo en pueblos del sur de Santa Fe, donde la tasa de cáncer es mayor al promedio nacional y es la principal causa de muerte (por sobre las enfermedades cardiovasculares). También la marcada presencia de hipotiroidismo.
“No es una cuestión de una zona específica de Santa Fe sino de otras localidades de un área mayor. Estamos a 120 kilómetros de la Capital Federal. Es una ciudad importante y habrá que fijar las fuentes de contaminación en este caso”, observó el responsable del proyecto, que comenzó en 2010 con los primeros campamentos en el sur provincial.
El campamento en San Antonio de Areco comenzó el lunes que pasó y concluyó el viernes. Participaron 211 estudiantes de medicina, a punto de graduarse, y 20 docentes. Durmieron en un gimnasio municipal, superaron el frío intenso y recorrieron 1500 casas. Se concretaron 1493 entrevistas, a siete del objetivo planteado. La muestra obtenida fue de unas cuatro mil personas que respetan la misma pirámide de la población, con un margen de 3 por ciento de error.
Las responsabilidades
El cierre del campamento número 30 ocurre en el séptimo año de la iniciativa dentro de la UNR que busca herramientas científicas para prevenir problemas en la salud, sobre todo asociadas a la extensión sin control de los agroquímicos. Se da después del fallo simbólico y no vinculante del Tribunal Internacional Monsanto que condenó en abril pasado en La Haya por “ecocidio” a esa empresa y señaló las responsabilidades de los Estados por permitir la contaminación de sus pueblos.
“Tenemos mucha expectativa de que a nivel judicial se defina qué responsabilidades tienen quiénes permitieron y permiten más de 20 años ininterrumpidos de uso de estos venenos”, dijo en relación al glifosato y otros agrotóxicos.
Verzeñassi recordó que en 2015 la OMS ya determinó como «posiblemente cancerígeno» al producto estrella de Monsanto (la marca es Roundup). Añadió que un juez de California (Estados Unidos) determinó, en la causa que se conoce como Monsanto Papers, que esa empresa ya sabía de la toxicidad de ese herbicida y de todas formas continuó con su comercialización.
“No tenemos que seguir buscando el pelo en la sola; la sopa es de pelos”, sintetizó el médico e investigador, sobre el largo camino de denuncias y concientización que han realizado los ambientalistas en todos estos años. Apuntó contra “los funcionarios de antes y de ahora que son cómplices porque Argentina no cambió la clasificación a clase 2ª de peligrosidad del glifosato (como hizo IARC de la OMS) porque acá dicen que aún faltan pruebas científicas; se habrán quedado sin acceso a internet”.
El organismo nacional que debe analizar esa modificación es el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). “Hubo varias peticiones formales, incluso del Defensor del pueblo, antes y después del cambio de clasificación de la OMS del glifosato. El problema es la complicidad de las autoridades que son juez y parte porque tienen intereses en la agroindustria”, afirmó.
Un desafío extra
“Fue el campamento más grande que hemos encarado. La cantidad de 211 estudiantes que se graduaron nos animó a ir a un lugar tan grande. Hicimos una selección de manzanas y un muestreo. Fue un desafío como equipo de trabajo, un salto cuantitativo”, celebró este sábado el titular de la cátedra de Salud Socioambiental.
“El frío que pasamos –continuó en diálogo con este medio- fue parte de un proceso de formación en la universidad pública. Estuvimos en el mismo gimnasio donde fueron evacuados quienes habían perdido todo por la inundación. Fue una experiencia extraordinaria y un orgullo muy grande ver el compromiso de los estudiantes. Porque también evaluamos valores: ellos no serán médicos aislados de la sociedad sino un ser humano que es parte y esto es un aprendizaje más”
Sobre el crecimiento de los campamentos, que coincide con su participación en el Tribunal de Monsanto, Verzeñassi evaluó: “No creo en las casualidades. Para encarar este campamento tuvimos que ir al consejo directivo de la Facultad para defender dónde y cómo hacerlos, porque el decano quería cambiarlo. Y los estudiantes jugaron un rol importante en eso. El Tribunal nos dio visibilidad internacional al trabajo. Eso se ve y se reconoce fuera de la Facultad”.
Fuente: Rosario3.com