Los expertos notan que hay una mayor conciencia, sobre todo en los jóvenes, acerca del uso responsable de este recurso clave para la vida. En las casas de la Argentina se consume apenas el 10% del total y el riego representa el 70 por ciento.
Si el elixir de la vida pudiese hablar, seguramente hoy –al celebrarse su día, el Día Mundial del Agua– se dirigiría a la humanidad en su conjunto. Lo curioso es que si las gotitas transparentes se expresaran, al modo de los dibujitos infantiles que quedan grabados en los niños, diría lo mismo que anunció recientemente la Cruz Roja: que, en diez años, dos tercios de nuestro planeta sufrirán escasez de agua, condicionando el crecimiento de las poblaciones (realidad ya visible en nuestros días) a su capacidad de acceso al agua potable.
Más allá del reto imaginario, lo que asusta es lo pronto que podría agravarse la problemática en torno a un recurso natural renovable pero no infinito, tan indispensable para la vida en cualquiera de sus formas como limitado para el consumo humano: de los 1400 millones de km3 de agua que hay en el planeta Tierra, el 97,5% es salada y, por lo tanto, no apta para nuestro consumo; el 2,5% restante es dulce pero, de ese porcentaje, más de la mitad está congelada y, en consecuencia, no disponible inmediatamente. «Hay dos problemas fundamentales en torno al agua: uno es la disponibilidad, que puede ser física o económica, dependiendo de si la escasez del recurso es física o si está causada por la falta de infraestructura para abastecer a la población; el otro problema es la calidad, considerando que hay agua contaminada y otra que, luego de su uso doméstico, agrícola o industrial, no vuelve a quedar en las mismas condiciones», le explica a Tiempo la ingeniera química Bárbara Civit, especialista en desarrollo sostenible.
Lo cierto es que el cambio climático, el aumento de población y un aprovechamiento no sustentable del agua provocan, en nuestros días, la concientización urgente acerca de su uso responsable. Y en Argentina, ¿qué tan concientes somos, en el día a día, de la importancia de cuidar este recurso vital? Como una primera aproximación, un estudio llevado a cabo por la compañía de consumo Unilever revela que la preocupación por esta problemática se condice, en muchos casos, con prácticas en la vida cotidiana: así, el 50% de los encuestados (un total de 550 argentinos, de 20 a 55 años) aseguró que intenta no derrochar agua al lavarse los dientes o afeitarse mientras que un 46% también afirmó que cuida ese valioso recurso al lavar los platos.
«El cuidado de nuestros recursos hídricos nos tiene que abarcar a todos y, en ese sentido, el uso responsable por parte de las personas no es importante, es fundamental», asegura Carlos Ben, presidente de AySA. Según el titular de la empresa prestadora del servicio de agua potable y saneamiento de la Ciudad y de 18 partidos de la provincia de Buenos Aires, la conciencia en nuestro país está en relación con las diferentes regiones que lo componen: «En las provincias donde el agua es un bien escaso como las del noroeste argentino, hay una cuidado más fuerte y bastante antiguo, pero en otras partes, donde el recurso abunda, como el litoral o cerca del Río de la Plata, esta conciencia se empezó a desarrollar en los últimos tiempos y de la mano de la noción general sobre el cuidado de la naturaleza.»
Ese cuidado, más allá de las palabras, se traduce en acciones, como tener presente que un inodoro averiado derrocha 1200 litros diarios o saber que una canilla goteando desperdicia 12 mil litros por año, y actuar en consecuencia. Quien aporta una visión más sociológica que científica es Natalia, una joven de 32 años consultada por este diario, para quien la realidad del agua es un problema de solidaridad: «Creo que hay que ser responsable en el uso individual para lograr algo más colectivo y preservar un bien finito y vital. Yo trato que no haya pérdidas o me lavo los dientes con la canilla cerrada, pero en general no sé si hay tanta conciencia: ya desde el momento en que uno sabe que hay provincias que tienen falta de agua y, así y todo, hace un uso descuidado, no sé qué tan presente tiene el problema. Creo que tiene que ver con una cuestión más humana de que, si a uno no le pasa, no le importa tanto», define.
Desde su experiencia como investigadora del CONICET, Bárbara Civit enfatiza que, en la actitud del consumidor, es tan importante el uso doméstico responsable como la preferencia por aquellos servicios y productos que requieran un menor uso del recurso hídrico en su cadena de producción. Y Ben, por su parte, considera que el vehículo concientizador más importante es la educación: a la vez que afirma que «los niños no sólo replican en sus casas sino que son custodios más celosos que los adultos», asegura que AySA, en consecuencia, promueve un programa educativo para este año que busca capacitar a docentes de escuelas primarias y secundarias acerca del tema.
Aunque la concientización en las actividades cotidianas es fundamental, hay que tener en cuenta que el abastecimiento de agua potable sólo representa un 13% del uso de este recurso en nuestro país, mientras que es el sector agrario el que consume un 70,5% (el resto se reparte entre el abrevado de ganado y el uso industrial) y el que, sin dudas, también debe tener presente su utilización responsable y sustentable. Así y todo, desde nuestras casas podemos ayudar a estar mejor mañana, con pequeños gestos que consiguen cosas grandes. Mayra, que tiene 21 años, lo resume mejor que nadie: «Todo el tiempo estoy pendiente del agua, porque sé que si el cambio no empieza por uno, no empieza por nadie.» «
ONU: «un planeta sediento»
Un informe de Naciones Unidas, presentado en Nueva Delhi, asegura que en el año 2050 aumentará la necesidad de agua en un 55 por ciento. «El planeta nunca había estado tan sediento», dice el informe. Y la construcción de sistemas de riego para la agricultura, la creciente industrialización, así como la construcción de nuevas centrales térmicas no hace más que aumentar la demanda.
La humanidad tiene que aprender a emplear menos agua, se afirma en el trabajo. Muchos agricultores, continúa, utilizan sistemas de riego ineficientes. Los autores de este informe de la ONU recomiendan también construir menos centrales de carbón, nucleares y de gas, ya que estas instalaciones consumen mucha agua para la refrigeración. Sin embargo, piden «un aumento drástico» del apoyo a las energías renovables como la solar o la eólica, para así reducir el consumo de agua.